07 julio, 2012

Víctor Ego Ducrot : Argentinos “a la paraguaya”- Neogolpistas o golpistas institucionales.

Argentinos “a la paraguaya” Ciertas semánticas de los golpistas paraguayos son coincidentes con los discursos del aparato mediático argentino, del entramado político opositor, de la mesa de enlace; y ahora con los del dirigente camionero. Todos apuntan a crear climas de descontento y destituyente. No son como los fantasmas. Existen y se mueven con astucia, revueltos y hasta confundidos a un punto tal que pueden provocar sorpresa; a menos que tengamos presente la siguiente ley de oro de la práctica política: no importa tanto lo que se diga sino lo que se haga. Me refiero a los del título, a los argentinos que anhelan un golpe institucional a la paraguaya. Los hay y no se disfrazan con sábanas blancas; lo admitió el lunes pasado ante las cámaras de la TV pública el propio canciller Héctor Timerman: “Estamos preocupados, porque hay países que han sido divididos como Sudán. Hace un tiempo Lugo (Fernando) evitó el intento de establecimiento de bases militares de potencias extrarregionales. También está lo que sucedió en Honduras y Ecuador. Y en Argentina hay muchos que sueñan con el juicio político.” Recopilemos algunos datos que pudieron ser recogidos en los últimos días, algunos ya conocidos y otros no tanto, y saquen ustedes sus propias conclusiones: el pasado fin de semana, la voz de Jaime Duran Barba llegó casi hasta los oídos de Hugo Moyano; horas antes del paro salvaje del miércoles pasado, la misma voz repicó en las cercanías de algunos que a diario hablan a solas con el gobernador Daniel Scioli, quien se fue de vacaciones; al día siguiente de la intervención de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el Comité de Descolonización de la ONU, en Buenos Aires tuvo lugar un reservado almuerzo entre voceros de Moyano, de Mauricio Macri, de Héctor Magnetto y del propio Duran Barba, todos con un ejecutivo de la consultora estadounidense Cassidy & Asocciates, la misma que junto a su colega Prism fue consignada por este diario el pasado día 24, como contratadas para influir sobre políticos y medios de Wáshington en favor de los intereses británicos sobre las Islas Malvinas; en esa conversada comida también estuvieron presentes algunas figuras de la mesa de enlace de las patronales agropecuarias, y luego de la misma, a la hora del café, se incorporaron ciertos notorios columnistas de la prensa que en forma cotidiana hostiga al gobierno nacional. Todo aconteció en los salones reservados de un cotizado hotel internacional de Buenos Aires. Pero hay más, una semana antes del golpe institucional contra el presidente Fernando Lugo, mientras la embajada del Reino Unido volvía a ponerse en actividad después de un período de casi ausencia diplomática, una delegación de la misma mesa de enlace se reunió en Asunción con algunos de los empresarios sojeros más poderosos de Paraguay, entre ellos con Blas Riquelme, propietario del campo de Curuguaty, donde tuvo lugar la matanza de once campesinos y seis policías y en la que actuaron francotiradores a sueldo “de desconocidos”, convirtiéndose el hecho en la coyuntura desde la cual se aceleró la parodia de juicio político a Lugo, para su destitución ilegítima. Y si algo faltaba, atención con lo que sigue: amigos del sindicalista “rural” Momo Venegas y patronos de la Federación Argentina de Entidades Empresarias de Autotransporte de Cargas (Fadeeac), los mismos que fueron señalados por el ministro Julio De Vido como socios de Moyano en el lockout de la semana pasada, vienen manteniendo intensos encuentros con elementos de la ya citada corporación sojera del país guaraní. En 2001, con el libro Bush & Bin Laden S.A., y en 2004, con Recolonización o Independencia: América Latina en el siglo XXI, en coautoría este último con mi colega y amiga Stella Calloni (ambos editados por Norma, Buenos Aires); con ambos textos intento demostrar algunos hechos que muy bien pueden tenerse en cuenta de cara al escenario abordado hoy por esta columna: ya desde los tiempo de George Bush padre que los Estados Unidos ha resuelto traspasar a manos privadas buena parte de las operaciones logísticas en las áreas de Inteligencia y Defensa, lo que por un lado habilita al encubrimiento de ciertas operaciones que eran públicamente oficiales en tiempos de dictaduras conforme a la doctrina de la Seguridad Nacional, mientras que por el otro logran aceitarse las relaciones con políticos, empresarios, universidades privadas y, sobre todo, medios de comunicación concentrados en los países donde “se les hace necesario” actuar, conforme a una forma de desempeño más adecuada a los tiempos que corren. Es dentro de esa lógica que entiendo comprensible el tipo de reuniones y encuentros como los apuntados en párrafos anteriores. Cuando la semana pasada Moyano convocó al paro que a la hora de escribir este artículo no se sabía si efectivamente tendría lugar o no, y con qué alcance si es que en estos momentos se está realizando, el hecho motivó un sinnúmero de opiniones acerca del lugar desde el cual el jefe camionero lanzó la convocatoria: los estudios de televisión del Grupo Clarín. Sin embargo, en otro pasaje de sus ya citadas manifestaciones ante la TV pública, el canciller Timerman fue muy ilustrativo y seguro que, sin proponérselo, nos dio pistas para comprender la puesta en escena Moyano-Marcelo Bonelli por TN, cuando narró parte de sus conversaciones en Paraguay, durante las tratativas que enderezaron los ministros de asuntos exteriores de los países de la Unasur para evitar la asonada. Contó Timerman que entre los argumentos de los golpistas para justificar la rabiosa anomalía del llamado juicio político a Lugo figuró una sobre la cual debemos prestar especial atención: no tenemos nada que probar respecto de las acusaciones contra el presidente, puesto que las mismas son de público conocimiento, aparecieron en todos los medios de comunicación, decían quienes se aprestaban al golpe de Estado institucional. Hechos de público conocimiento a través del aparato mediático concentrado. O, lo que es lo mismo, “realidad” según el relato establecido por esa red corporativa, con el intento de sustituir el escenario real mediante tergiversaciones, maniobras desinformativas o simple tejido de enunciados falsos, tal cual la conducta comunicacional del Grupo Clarín y sus colegas del espacio dominante. Ya lo anunciaron los académicos de la teoría de la “democracia controlada”, los inspiradores intelectuales del neo-golpe o golpe institucional: los ejércitos de ocupación pasan a un segundo plano en tanto las fuerzas y actores golpistas controlen el sistema de sentidos, desde el cual crear consensos, para convencer a amplios sectores sociales de las “bondades”, “justicia” y “legalidad” de las acciones violatorias del orden democrático. De ahí que ciertas semánticas de los golpistas paraguayos sean coincidentes con los discursos del aparato mediático argentino, del entramado político opositor, de la mesa de enlace; y ahora con los del dirigente camionero. Todos apuntan a crear climas de descontento y destituyente; algunos de esos actores no provocan sorpresa, otros sí a menos que pensemos en sus respectivos pasados: el de un gobernador que nació a la política de la mano del Consenso de Washington y el de un sindicalista que supo ser de la “juventud peronista” de José López Rega.

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