Poco después de que T.W., de 16 años, ingresara en la Cárcel del Condado de Polk, en Florida, en febrero de 2012, sus tres compañeros de celda lo golpearon, lo azotaron con toallas mojadas y casi lo estrangularon con la funda de una almohada. A continuación, orinaron sobre él, le rociaron la cara con detergente de limpieza y lo desnudaron antes de atarle una sábana alrededor del cuello, fijar el otro extremo en un barrote de la ventana y tirar de ella con tal fuerza que perdió la conciencia. A lo largo de varias horas repitieron este ataque tres veces sin que ningún vigilante de guardia se diera cuenta, según un juez federal.
En todo el mundo hay niños que languidecen en la cárcel, a veces durante períodos prolongados. En muchos casos, como el de T.W., afrontan condiciones brutales e inhumanas.
La falta de mantenimiento de registros y la amplia variedad de instituciones implica que se desconozca el número de niños detenidos en estas condiciones. El Fondo para la Infancia de Naciones Unidas (UNICEF) estima que, en todo el mundo, hay más de un millón de niños entre rejas. Muchos están encarcelados en condiciones decrépitas, abusivas y humillantes, sin acceso a la educación ni otro tipo de actividades enriquecedoras, y sin contacto regular con el mundo exterior.
Muchos de estos menores –y adultos que fueron condenados por delitos que cometieron cuando eran niños— han recibido penas excesivas o desproporcionadas que violan el derecho internacional, el cual establece que el encarcelamiento de los niños debe estar “en conformidad con la ley y será utilizado solamente como una medida de último recurso y durante el período más breve posible”.
Otros están detenidos por actos que ni siquiera deberían ser considerados como delitos, como faltar a la escuela, escapar de casa, mantener relaciones sexuales consensuales, pedir un aborto o abortar. Algunos nunca han sido juzgados por sus presuntos delitos; otros han sido juzgados como adultos y, en los casos en que fueron declarados culpables, fueron enviados a cumplir su sentencia en prisiones para adultos. Los niños migrantes también son rutinariamente retenidos en centros de detención inmigratoria, contrario a las normas internacionales. Los niños con discapacidad y otros menores pueden ser institucionalizados como supuesta medida de protección.
Un estudio de la ONU, que se prevé esté finalizado para 2017, promete poner la detención de los menores en la mira internacional, y se espera que resulte en una supervisión más sistemática de las prácticas abusivas, un mayor cumplimiento de las normas internacionales y una drástica reducción en el número de niños privados de su libertad.