16 enero, 2016

La hegemonía progresista desafiada por las nuevas fuerzas de derecha-Gabriel Vommaro

http://www.rebelion.org/noticias/2016/1/207414.pdf

La hegemonía progresista desafiada por las nuevas fuerzas de derecha
 
El contraataque
Gabriel Vommaro

El Diplo

Las nuevas derechas regionales crecen a partir de una agenda institucional y anti-corrupción y la

decisión de aceptar el piso de derechos sociales construido en la última década. Aunque incipiente,

su ascenso obliga a repensar los modos de definirlas.

Las derechas latinoamericanas debieron lidiar en estos años con importantes desafíos: si ya habían

superado en buena medida el lastre de su pasado autoritario, la década del 2000 trajo una

hegemonía de gobiernos de izquierda y nacional-populares poderosos electoralmente, que hicieron

del neoliberalismo su principal antagonista. En este contexto, las derechas de la región, para ser

competitivas electoralmente (1), debieron lograr al menos dos cosas: encontrar un espacio de

representación bien definido, por fuera del proyecto que representaban las fuerzas de izquierda en

el poder, y, al mismo tiempo, aceptar como piso los bienes colectivos conquistados por dichos

gobiernos para proponer una redefinición de la relación entre el Estado y la sociedad. En definitiva,

debieron aceptar una cierta "derrota" en el plano de las ideas mientras ensayaban una crítica

institucional capaz de construir mayorías.

Fue la agenda institucional -"republicana", si reducimos el concepto a su interpretación más liberalla

que permitió elaborar una crítica más o menos consistente a esos gobiernos y la que también

permitió delimitar los contornos de lo no representado por las fuerzas políticas de izquierda, que

tendieron a concentrar el poder en los Ejecutivos y a reformar algunas instituciones con un sentido

democratizador no siempre bien argumentado (los medios de comunicación, la Justicia). En muchos

casos, como en Argentina, Ecuador y Venezuela, esto despertó el rechazo de los actores más

poderosos de esas instituciones -lo que se suele llamar "intereses sectoriales"- y de buena parte de

la ciudadanía.

Esta agenda institucional de las nuevas derechas servía también para hacer pasar la crítica al

intervencionismo estatal como lucha contra el autoritarismo, en consonancia con un argumento

clásico de los tiempos de la Guerra Fría. Asimismo, la agenda institucional encontró en las

denuncias de corrupción uno de los pilares en los que asentar esa crítica a los abusos de un poder

que se juzgaba demasiado concentrado. Si muchos partidos y líderes progresistas llegaron al poder

con una crítica a la clase política en base a la idea de que su permeabilidad a los poderes

económicos se traducía en prácticas corruptas, esta agenda se fue abandonando paulatinamente,

de modo que quedó disponible para las fuerzas de oposición en general, y de centroderecha en

particular. La agenda anticorrupción perdió sus aristas críticas a la connivencia entre actores

políticos y actores económicos y fue redefinida como una lógica de construcción de poder estatal

contra la sociedad.

De este modo, las fuerzas que desde el Estado avanzaban con estrategias de protección de los

ciudadanos mediante la expansión de los derechos sociales y culturales comenzaron a aparecer

como amenazas a esa ciudadanía, en su denunciada voracidad depredadora de lo público.
(sigue en el link)
 

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